Un proyecto para generar ingresos con la venta de productos recogidos a partir del trabajo en la tierra, en Curvelo (MG). Ademir Lage deja la empresa privada en la que trabajaba para colaborar con un pequeño agricultor desocupado. Los resultados ya han empezado a verse.
Publicado en cidade nova de abril 2022
Cibele Lana
Tras 35 años de trabajo en la empresa privada, viviendo momentos de éxito pero también derrotas y muchas dificultades, Ademir Lage, economista de Belo Horizonte, tiene muy claro que es posible transformar las estructuras de la sociedad en base a valores humanos y objetivos bien definidos.
Una etapa importante de estas más de tres décadas de carrera profesional ha sido su encuentro con la Economía de Comunión en el lejano 1991. Pionero del movimiento de los Focolares en Brasil, durante estos años Lage se ha dedicado personal, profesional y financieramente a vivir por la causa de la erradicación de la pobreza en base a un nuevo modo de pensar y hacer empresa.
Motivado por esta cultura de comunión, hace casi tres años Lage dejó la empresa en la que trabajaba para convertirse en empresario en las zonas rurales, con el objetivo de conjugar oportunidades y vulnerabilidades en el distrito de São José da Lagoa, en Curvelo, Minas Gerais.
«He decidido invertir en una granja de cuatro hectáreas, a 120 km de Belo Horizonte, pensando en personas que estaban sin trabajo, para promover la generación de ingresos y trabajo».
Para realizar su empresa social, basada en la cultura de la Economía de Comunión, Lage ha alcanzado un acuerdo con un pequeño agricultor infra-ocupado, con hijos y una familia que mantener, y con otro productor que tenía experiencia de mercado, conocimiento de los productos y de las técnicas de siembra en distintas épocas del año, y que cuenta con un espacio en Ceasa/ MG. «Se trataba de una alianza nacida del riesgo, pero también de la confianza que se había creado entre nosotros», enfatiza Lage. Todo el beneficio se divide entre los tres socios.
El proyecto hoy tiene ya dos hectáreas de superficie cultivada y resultados financieros que comienzan a cubrir las inversiones realizadas. Diez personas trabajan en él, generando ocupación e ingresos para familias enteras que antes no tenían trabajo. Ahora se está trabajando en la creación de una asociación de recolectores con el objetivo de beneficiar directamente a las mujeres de la zona rural. Además, se está estudiando la posibilidad de montar un pequeño quiosco en un terreno adyacente a la autopista para vender los productos.
Detrás de una buena causa siempre hay una comunidad comprometida en su existencia.