#OPLAStories - La historia de Mauricio, profesor de danza y folclore de la escuela Sach-a Tusuy ofrece a los niños y jóvenes de su comunidad la oportunidad de crecer y de divertirse juntos sin quedarse en la calle.
Tainã Santana
Estamos en Argentina, un país donde en los últimos años se registró un aumento significativo de la criminalidad, un hecho alimentado por factores como el aumento de la pobreza, la desocupación juvenil y la expansión del narcotráfico. En este contexto, muchos niños y jóvenes se encuentran sin actividad después de la escuela y, bajo condiciones de extrema vulnerabilidad, terminan a menudo siendo atraídos por las bandas criminales, que se aprovechan de su situación ofreciéndoles un “modo fácil de ganar dinero”.
Desde ese contexto nos escribe Mauricio, profesor de danza y folclore, que recibió un apoyo de la Economía de Comunión para llevar a término sus estudios:
«Agradezco a la comunidad Edc que me dio una mano para poder seguir con mis estudios y, sobre todo, para poder seguir ayudando a los niños y jóvenes de mi comunidad, ofreciéndoles un lugar donde divertirse, aprender y vivir el folclore».
Es extraordinario ver cuánta vida puede surgir de la conciencia del poder dar y contribuir al desarrollo de la propia comunidad. El propio trabajo, de hecho, se convierte en el medio privilegiado para incidir positivamente en el contexto en que se vive. Invertir en educación, como muestran los informes anuales de OPLA-EdC, es una elección que han tomado muchos operadores y la EdC en general, precisamente porque se reconoce el enorme potencial de cambio que estas inversiones pueden traer. Dice Mauricio:
«Gracias al apoyo de ustedes pude adquirir más conocimientos y acompañar a los niños que hoy sufren porque no reciben la atención necesaria de sus padres o de sus docentes que, incluso sabiendo de los riesgos a los que estos niños se enfrentan, no pueden intervenir por falta de recursos. Les agradezco porque gracias a ustedes podemos evitar que muchos niños vaguen por la ciudad a la tarde y a la noche en lugares donde no deberían estar, y puedan estar en cambio en un lugar seguro, como por ejemplo en la clase de danza. De esta manera podemos evitar que terminen agarrando el mal camino».
La cultura juega un rol fundamental en esto: la criminalidad potencial deja paso al arte, a la danza y a la expresión cultural auténtica de la propia gente. Gracias Mauricio por enseñarnos la importancia del folclore y por mostrarnos qué poderoso puede ser en la lucha contra la pobreza, la criminalidad y los tantos otros riesgos que amenazan sobre todo a los más pequeños.

El testimonio de Mauricio es muy significativo. Y tú, ¿cómo contribuyes al desarrollo de tu comunidad? ¿Conoces a otras personas como Mauricio, que puedan hacer la diferencia y que solo necesiten de una mano?
Escríbenos a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. y forma tú también parte de este cambio.








