"Volver a Empezar” es un proyecto de reinserción post-cárcel en Uruguay promovido por AMU y por Economía de Comunión
Lia Guillén Sugastti*
En Florida (Uruguay), Marta – de 34 años y madre de dos niñas – está pasando por un momento bisagra en su vida. Después de haber cometido un error que la llevó a la cárcel, hoy lleva un año y dos meses privada de su libertad. Pero su determinación es clara: quiere cambiar de vida y construir un futuro distinto para ella y para su hija. “Antes de entrar al centro penitenciario busqué un trabajo regular, pero me rechazaron varias veces…’’, cuenta. Durante su detención aprovechó cada ocasión para formarse: está terminando el segundo año de la escuela secundaria y siguió cursos prácticos de jardín y de electricidad, preparándose para empezar de nuevo.
También Marco, un joven de 24 años de Durazno, está atravesando por un camino parecido. Condenado a seis años de cárcel, recuerda un pasado de trabajo informal en la construcción junto a su tío. Había interrumpido los estudios en la escuela primaria, y cada intento por retomar las clases era un fracaso debido a la necesidad de trabajar. Hoy espera poder acercarse a su esposa y a su hijo, y darles una nueva imagen de sí mismo.
Son historias que cuentan mucho más que una equivocación: hablan de la marginación, de la pobreza, de la falta de oportunidades. Hablan de un sistema que con frecuencia no consigue ofrecer alternativas, ni antes ni después de la detención. El sistema carcelario de Uruguay, a pesar de la reputación internacional que tiene como un país relativamente seguro, está en una situación crítica desde hace años. El 75% de los presos vive en condiciones que no permiten un verdadero camino de rehabilitación.
En este contexto nace “Volver a Empezar”, un proyecto promovido por Acción por un Mundo Unido (AMU) en colaboración con su equivalente uruguayo “El Chajá”, y apoyado por toda una red articulada de colaboradores. Una contribución importante proviene de la red internacional de Economía de Comunión, que decidió sostener el proyecto como expresión concreta del propio esfuerzo por una economía inclusiva y orientada al bien común.
El apoyo de la EdC permitirá reforzar las actividades de reinserción laboral y social, instrumentos fundamentales para la recuperación de las personas detenidas y para la plena rehabilitación. En un contexto marcado por la exclusión y la estigmatización, la Economía de Comunión reconoce el trabajo digno como un medio esencial para restituir la dignidad y crear oportunidades reales para las personas.
El proyecto contempla una formación profesional, acompañamiento psicológico y social, educación en las relaciones y apoyo concreto en la búsqueda de empleo. El objetivo es ambicioso pero profundamente humano: interrumpir el ciclo de exclusión, violencia y pobreza que muchos presos viven antes de ingresar a la cárcel, y dar las herramientas para un nuevo comienzo.
La formación está enfocada en oficios útiles y con demanda en el mercado local, como carpintería, peluquería o informática. A estos se suman módulos de educación socio-emotiva para promover la consciencia de sí mismo, la gestión de emociones, la comunicación no violenta y la capacidad de resolver conflictos de manera constructiva.
Iniciado recientemente, el proyecto tiene prevista una duración de dos años. Durante este tiempo, se propone acompañar a unas 80 personas en la transición hacia una vida libre y digna, creando itinerarios individualizados que incluyen tanto competencias técnicas como el fortalecimiento personal y relacional.
Una atención particular está puesta en la reconstrucción de vínculos familiares, a menudo comprometidos o interrumpidos por la detención. Cuando es posible, se trabaja en favorecer la reconciliación y en el regreso a una dimensión afectiva estable, indispensables para la plena reintegración. Los participantes son acompañados también en el conocimiento de sus derechos y obligaciones en el contexto laboral, en la elaboración de un currículum, en la simulación de entrevistas, en la búsqueda activa de trabajo, etc.
Con este abordaje integral y orientado en la persona, “Volver a Empezar” busca ser mucho más que un proyecto social: quiere ser un testimonio concreto de esperanza y de justicia, una invitación a mirar a cualquier persona como alguien capaz de cambiar y alguien portador de valores.
En un mundo en el que frecuentemente prevalece el castigo sobre la comprensión, y en que la etiqueta de “ex preso’’ se vuelve una marca difícil de quitar, una iniciativa como esta es una señal de contracorriente, capaz de dar inicio a un cambio real y duradero. Porque cualquier persona, incluso después de haber cometido un error, tiene derecho a ser escuchada, apoyada y acompañada hacia un nuevo comienzo.
“Cuando pienso en mi detención, mi deseo más grande es reconstruir mi relación con mi familia”, confía Marco.
“Quiero encontrar un trabajo, alquilar una casa y vivir tranquila con mis hijas”, sueña Marta.
Gracias a la fuerza de las redes solidarias, la visión compartida entre distintos organismos y el compromiso y la colaboración entre personas e instituciones de buena voluntad, estos sueños pueden volver a ser una hermosa realidad.
Si tú también quieres apoyar este proyecto puedes hacerlo en este link
* Lia Guillén Sugastti es responsable del Sector de Cooperación al Desarrollo – AMU