Reducir el precio del gas a las empresas que consumen grandes cantidades es importante, pero se podría hacer más para reducir el precio de la energía eléctrica, que afecta a muchos más usuarios.
Alberto Ferrucci
Original italiano publicado en Città Nuova el 01/09/2022
Cuando el gas natural llegaba a Europa solo por gaseoducto, los contratos eran estables y su precio tenía correlación con el del petróleo y sus derivados en base a sus respectivos poderes caloríficos: con esas fórmulas hoy el gas costaría el doble que hace un año, pero no diez veces más.
La disponibilidad durante los últimos años de abundante gas licuado transformó un mercado cuyo precio lo establecen los proveedores. Sin embargo, en un mercado con precios dictados por los consumidores, el precio del gas era bajo, haciendo que su consumo fuera cada vez más conveniente y deseable, debido a su menor impacto ambiental. Pero actualmente solo en el 20% de los contratos en vigor el precio del gas sigue vinculado al petróleo.
Los nuevos contratos se correlacionan de distintas maneras con la cotización del gas en la bolsa, que refleja la media de los precios del momento. A veces se trata de transacciones de cantidades pequeñas, no siempre efectuadas por quienes compran para distribuir. Hay operadores financieros que en lugar de actuar en el mercado accionarial compran y vender lotes de gas para ganar dinero con las variaciones de precio. A menudo estas variaciones no se deben a desequilibrios entre demanda y oferta, sino que reflejan expectativas dictadas por la política internacional.
Así pues, el precio del gas en la bolsa es bailarín. Hace años en Texas llegó a ser negativo. En aquel momento, quien era capaz de acoger en sus depósitos el gas sin compradores de un barco parado en el golfo de Méjico, recibía una compensación de 35 dólares por tonelada.
La actual crisis de los precios evidencia que la búsqueda del menor precio no siempre es un buen negocio cuando se trata de materias primas sin las cuales se puede bloquear todo un sector industrial. La falta en Europa del relevante suministro de gas ruso ha transformado de golpe el mercado del gas de los compradores en un mercado con una oferta insuficiente y con precios dictados por los vendedores.
Este bloqueo se consideraba altamente improbable, dado que si el gas no se entregaba a Europa, no tenía otro destino posible, mientras no fuera posible desviarlo a China a través del gran gaseoducto en construcción a través de Mongolia. No todo el gas que se compra está sujeto a los precios de la bolsa. Los contratos de las grandes empresas importadoras no son de dominio público, pero ciertamente las más importantes han incluido cláusulas para amortizar las grandes variaciones de los precios en la bolsa.
Los enormes beneficios que estas empresas han declarado en los últimos trimestres demuestran que han sido capaces de contener las variaciones de los precios de compra, probablemente sin sobrepasar el 50% de las variaciones de la bolsa. Obtienen grandes beneficios porque el precio detallista está dictado por los proveedores menos potentes, que también son necesarios. También se lucra el Estado Italiano, que ingreso el IVA como un porcentaje de unos precios de venta mucho más altos.
En estos días parece que en Europa se puede imponer un precio máximo, el llamado “price cap”, que en teoría debería provocar una reducción de los volúmenes en oferta, porque es muy inferior al de la bolsa de Amsterdam. En mi opinión, no se producirá una escasez de volumen ya que las cantidades reducidas que los grandes importadores reciben en este periodo están incluidas en los volúmenes de sus contratos a largo plazo, con precios inferiores al “Price Cap” que limita al 50% el aumento con respecto a hace un año. Antes bien, se detendrá una especulación completamente occidental y se reducirán las ganancias extraordinarias de las empresas distribuidoras que actualmente se intentan gravar con dificultad.
Reducir el precio del gas a las empresas que consumen grandes cantidades es importante, pero se podría hacer más para reducir el precio de la energía eléctrica, que afecta a muchísimos más usuarios.
Dado que el gas en los últimos años se vendía a un precio bajo y el aumento del consumo de energía eléctrica se compensaba activando turbinas de gas, era lógico correlacionar el precio de la electricidad con el del gas en la bolsa. Pero es absurdo que el precio del gas se multiplique por diez en un país donde buena parte de la energía se produce con energías renovables, hidroeléctrica, eólica y fotovoltaica, que no están sometidas a aumentos de precio.
Los precios del mercado tutelado los fija cada tres meses ARERA: Debería decidirse la modificación de la fórmula en periodos como el actual, donde el precio del gas es penalizador, si es necesario subsidiando las producciones marginales realizadas con gas natural, en lugar de gastar muchos miles de millones de dinero público para contener el precio enloquecido de las facturas.
Últimamente Rusia está quemando en antorcha grandes volúmenes de gas natural en la frontera con Finlandia; quizá porque ha llenado todos sus depósitos subterráneos y errores burocráticos o limitaciones técnicas no le permiten todavía reducir las extracciones en Siberia. De este modo ridiculiza a Europa, quemando en antorcha el gas que Europa necesita para producir energía, mientras que con el poco gas que aún suministra se sigue financiando la guerra, el ejército, los misiles y las bombas de Putin.
A final de año Putin ya no podrá vender petróleo a los países que aplican las sanciones. Lo venderá a bajo precio al resto del mundo, pero el gas no vendido a Europa no tiene muchos compradores posibles. La verdadera arma europea contra la guerra en Ucrania es renunciar por completo al gas ruso.
Debemos hacer nuestra parte, comprometernos verdaderamente con la paz asumiendo incluso un coste personal. Los depósitos subterráneos europeos de gas están a más del 80% de su capacidad. Ya podríamos renunciar al gas ruso. Los ciudadanos, aceptando este próximo invierno limitaciones en la calefacción. El gobierno y la burocracia estatal poniendo el máximo esfuerzo en promover el ahorro energético en el sector residencial, simplificando la puesta en marcha de las Comunidades Energéticas para la rápida instalación de muchos paneles fotovoltaicos.