¿Cómo se establece el precio de la energía? Algunos elementos de análisis ante la emergencia derivada del conflicto en Ucrania. Intervenciones necesarias para potenciar las fuentes renovables, es decir la energía que no se agota.
Alberto Ferrucci
publicado en Città Nuova el 28/03/2022
El precio internacional de las materias primas – no solo energéticas – normalmente se establece en contratos a largo plazo, con una parte fija y otra variable en función de los precios medios del libre mercado. Estos precios fluctúan mucho, ya que se calculan en base a la media diaria de los intercambios de materias primas, que pueden subir hasta el cielo o desplomarse debido a la diferencia entre la demanda y la oferta o a factores muy variados.
Aunque solo suponen un pequeño porcentaje, los intercambios en el libre mercado mueven grandes volúmenes de dinero y tienen una influencia relevante. El contenido de un petrolero en viaje desde el Golfo Arábigo hasta Europa puede ser comprado y vendido decenas de veces por parte de los “traders”, sociedades intermediarias que operan al servicio de las industrias. Con su actividad especulativa, estas sociedades contribuyen a la formación de los precios de las materias primas, en el caso del petróleo a los del crudo Brent y WTI que encontramos en Internet.
El funcionamiento del mercado del gas natural es similar. Los gaseoductos conectan directamente al productor con el consumidor, pero a lo largo del recorrido el gas también puede ser desviado a depósitos subterráneos con el fin de acumular las cantidades que no se utilizan en los meses veraniegos.
En estos depósitos también se acumula el gas que excede de los volúmenes mínimos de contrato. En Europa, el gas siberiano puede ser acumulado tanto en depósitos rusos como europeos. Según la prensa internacional, la empresa rusa Gazprom ha decidido acumular más en los depósitos rusos que en los depósitos europeos que gestiona. La Comunidad Europea pide ahora a los operadores que lleguen al comienzo del invierno con los depósitos llenos hasta el 90% de su capacidad.
El gas natural transportado por gaseoductos es regulado por contratos a largo plazo, con la parte variable del precio vinculada al precio libre del petróleo. En estos meses este prácticamente se ha duplicado, mientras que el del gas natural intercambiado entre los “traders” se ha multiplicado por siete.
El gas natural licuado (GNL) se carga en barcos gaseros en los países productores y es introducido en las redes de los países consumidores después de ser nuevamente gasificado. A Italia puede llegar por tres terminales marítimos preparados para descargarlo. En años pasados algunas regiones italianas negaron el permiso a empresas que se proponían construir nuevas instalaciones de gasificación en nuestras costas, rechazando también soluciones flotantes que no tenían impacto sobre el territorio. El gobierno Draghi, con los últimos decretos, está tratando de corregir la situación.
Últimamente, el mercado del GNL cuenta con el aprovisionamiento del gas americano, que desde el punto de vista de las emisiones es más contaminante que el ruso, puesto que se extrae mediante la fractura de rocas compactas que contienen hidrocarburos, emitiendo metano a la atmósfera. La invasión de Ucrania nos resta un recurso con menor impacto ambiental, que podría habernos llegado a través del gaseoducto Nord Stream 2, bloqueado ahora por Alemania debido a la invasión de Ucrania.
Este es un motivo más para reducir cuanto antes el consumo de gas y potenciar la energía solar y eólica, incluso a costa de algún sacrificio paisajístico que, en todo caso, no sería irreversible, puesto que dentro de 30 años se podrán desmontar todas las palas eólicas.
Durante estos meses, en las instalaciones de fusión nuclear del consorcio ITER, del que Italia es un socio importante, se ha puesto en marcha en Gran Bretaña por primera vez un pequeño sol que produce una considerable cantidad de energía. Pero no dispondremos de energía ilimitada a bajo coste hasta dentro de treinta años.
Hasta entonces, pretender que el estado tenga que endeudarse para permitir que los ciudadanos consuman ilimitadamente energía a bajo precio significa comportarse injustamente con los ciudadanos de países financieramente más débiles y adueñarse a su costa de una mayor cantidad de la energía disponible, cuando ya estamos consumiendo mucho más que la media mundial.
Con respecto a los precios del gas y a los posibles fraudes, es oportuno que el gobierno controle adecuadamente los precios y las empresas comerciales, subvencionando el consumo de energía de las empresas más dependientes de los precios del libre mercado y el consumo básico de energía de las familias con menores ingresos.
Convendría preguntarse cómo es que el consumo mundial de energía es superior a la capacidad de producción de nueva energía renovable, llevándonos de vuelta a los combustibles fósiles y a unos precios imposibles.
Tal vez no hayamos recurrido lo suficiente a la energía más renovable de todas: “la que no se consume”. El 40% de las emisiones de nuestro país está relacionado con la calefacción y el aire acondicionado de las viviendas. Deberíamos dedicarnos a dotar a todas ellas del máximo grado de aislamiento. El gobierno italiano está invirtiendo mucho en esto – en mi opinión demasiado – regalando el super bono del 110% a los italianos más acomodados, que son los que se han sabido organizar.
Quizá hubiera sido más oportuno establecer la obligatoriedad, en un plazo de diez años, al menos en los conglomerados urbanos, de dotar a las viviendas del máximo grado de aislamiento, con un beneficio fiscal inferior pero automático y garantizando cuando fuera necesario la financiación de la obra con un plazo de devolución acorde con la recuperación del coste mediante el ahorro energético.
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