Informe Oxfam 2020. La fuerza de su mirada sobre la injusticia
Alessandra Smerilli
Original italiano publicado en Avvenire el 21/01/2020
Uno de los motivos por los que los sistemas económicos actuales son insostenibles de es el aumento de las desigualdades, a nivel global y dentro de cada país. El Informe Oxfam 2020, publicado el lunes 20 de enero, sostiene que estamos llegando al punto en que las desigualdades económicas quedan fuera de control. El informe se concentra en el stock de riqueza poseído por cada persona, no en la renta o en las ganancias obtenidas en un año. Sin embargo, ambas medidas, de acuerdo con las últimas publicaciones internacionales, muestran que la diferencia entre la curva de los más ricos y la de los más pobres está en constante aumento.
Branko Milanovic, un gran estudioso de estos temas, en su famoso gráfico “del elefante”, llamado así por su forma, nos indica que desde 1980 en adelante quienes ven aumentar sus ingresos y su riqueza son una élite de personajes riquísimos repartidos por el mundo, junto con las economías emergentes como, por ejemplo, China, que aumentan sus recursos, mientras asistimos a la desaparición de la clase media en las economías avanzadas.
A aquellos que se preguntan si la desigualdad representa o no un problema, Angus Deaton, premio Nobel de Economía, responde con otra pregunta: ¿Podemos decir que el mundo mejora, si unos pocos ganan mucho dinero y los demás ganan poco o nada, pero no están económicamente peor que antes? Si la desigualdad supera determinado umbral, se hace tóxica, como el anhídrido carbónico en el aire: si hay demasiado, no se puede respirar. «Cuando se alcanza un punto en el que una sola persona posee una parte enorme de la riqueza de un país, ¿qué puede impedir que esa persona imponga su voluntad a toda la nación? Implícita o explícitamente, sus deseos se convierten en ley», escribe a su vez Muhammad Yunus. El efecto será la exclusión de todos aquellos que no pertenecen a un estrecho círculo, de muchos derechos y oportunidades. El aumento de las desigualdades desencadena un círculo vicioso que mina la igualdad de oportunidades para todos. Las revueltas de los últimos meses en Ecuador, Chile y otros países son un síntoma de hasta qué punto las desigualdades pueden hacerse insostenibles.
El Informe Oxfam usa imágenes muy plásticas para dar una idea del fenómeno: si cada uno de nosotros se sentara sobre su riqueza en forma de una pila de billetes de 100 dólares, la mayor parte de la población mundial se sentaría en el suelo, una persona de clase media de un país rico se sentaría en una silla y los dos hombres más ricos del mundo estarían en el espacio.
No todos los estudiosos están de acuerdo con los datos presentados en el Informe Oxfam y en el Global Inequality Report, o con los estudios de Thomas Piketty, a quien se debe el mérito de haber puesto estos temas en el centro de atención. Una de las críticas que se hacen consiste en que, al divulgar los datos, la atención se concentra mucho en los extremos, como el 10 o el 1% más rico de la población, sin considerar los grupos intermedios. En realidad, el problema está precisamente en los extremos: los índices sintéticos de concentración de la riqueza son medias; si nos limitamos a leer solo estos, podemos llamarnos a engaño. En los últimos años nos hemos dado cuenta de que el problema está precisamente en la concentración enorme de riqueza en los segmentos más altos de renta, un fenómeno que, si no se mide adecuadamente, puede pasar desapercibido.
Por poner un solo ejemplo, en Italia el índice de Gini sobre la renta disponible, una medida de concentración de la riqueza, es de 33,4 en 2017. Es un dato no muy alto, aunque superior a la media europea (30,9). Pero si miramos los datos del INPS sobre los trabajadores que más ganan, observaremos que en los últimos 40 años la tasa de crecimiento de las rentas del trabajo ha aumentado un 99% para el top 10 (los que más ganan), mientras que para el restante 90% el aumento ha sido del 65%. Para el top 0,01% el aumento ha sido del 298%. El dato se comenta por sí solo. Además, en el 28% de las relaciones de trabajo, la paga horaria media es inferior a 9 euros.
En el Informe Oxfam aparece también con enorme claridad que quienes más pagan las desigualdades crecientes son las mujeres, cuyo trabajo muchas veces es invisible. El 80% de los trabajadores domésticos en el mundo es mujer; solo una de cada diez goza de las mismas tutelas que otros trabajadores, y para el 50% no existe ninguna limitación legal en cuanto a las horas de trabajo.
Precisamente cuando me disponía a escribir este texto, me he encontrado con una mujer que ha trabajado durante 13 años como cuidadora sin tutela alguna. Ahora está sin trabajo y sin posibilidad de obtener una pensión. Busca desesperadamente una oportunidad y por tanto está dispuesta a seguir siendo invisible para poder comer. Mientras existan personas que tengan que estar dispuestas a todo con tal de acercarse a las migajas que caen de las mesas de los super ricos, o incluso de las personas normales, la economía no se reconciliará con sus raíces: oikos-nomos, gestión y custodia de la casa, la propia y la de todos.