Del 15 al 22 de junio, una veintena de participantes procedentes de seis países de América Latina participaron en Italia a la segunda edición del Itinerario de Alta Formación en Economía Civil y de Comunión, viviendo una semana de formación, diálogo y transformación.
por Rebeca Gómez
Han pasado algunas semanas desde que visitamos y compartimos espacios con empresas y organizaciones en Piamonte y Trentino durante la segunda edición del Itinerario de Alta Formación en Economía Civil y de Comunión (Economía Civil – Territorio y Cooperación – Sociedad y Empresa) y las palabras coherencia, comunidad y centralidad de la persona siguen resonando como faros que orientan nuestra práctica profesional: de hecho, estos son los elementos que hemos encontrado a lo largo de todo el Itinerario y que han surgido de forma natural y poderosa.
Una semana en la que hemos vivido una experiencia académica y profesional profundamente transformadora que ha abarcado múltiples dimensiones: desde la humana y la relacional hasta la organizativa y territorial.
Nos hemos preparado con cuatro seminarios web teóricos, espacios de reflexión colectiva y, sobre todo, una inmersión práctica en experiencias empresariales concretas. Muchas de estas empresas, vinculadas a AIPEC (Asociación Italiana de Empresarios para una Economía Civil y de Comunión) desde hace años, demuestran que otra economía es posible: Ridix SpA, Reynaldi Srl Società Benefit, Panatè Lievitati Soc. Coop. Sociale, Bertola Group y Tecnodoor Snc.
Además, tuvimos la oportunidad de visitar lugares emblemáticos de innovación social y territorial: el Centro de Formación de las Naciones Unidas (ITCILO), el Environment Park y el Arsenale della Pace en Turín. Esta ciudad, antaño fuertemente industrializada, trabaja hoy con determinación en la sostenibilidad ambiental y social como horizonte para su futuro
También hicimos una parada en Ivrea, donde conocimos la inspiradora figura de Adriano Olivetti, empresario por excelencia de una economía civil. Con la Fondazione Adriano Olivetti, descubrimos cómo este empresario trataba de integrar la empresa y la cultura, la economía pública y privada, la ciudad y el campo. Su fábrica no era solo un lugar de producción, sino una herramienta para construir comunidad. Para Olivetti, la cultura era el principal recurso económico de una sociedad.
En Trentino, región donde la autonomía y la cooperación son pilares del desarrollo territorial, visitamos la Federación Trentina de Cooperación, el Grupo Mezzacorona (con más de 120 años de historia) y Sant’Orsola Soc. Coop. Agricola, ejemplos de cómo la economía se convierte en motor de la comunidad cuando el territorio pasa a ser protagonista.
Visitar estas realidades nos ha mostrado claramente que una forma de hacer negocios más humana, inclusiva y arraigada en su territorio no solo es deseable, sino que ya es una realidad.
Las empresas de Economía de Comunión (que hemos conocido en ambas regiones) nos han ofrecido momentos especialmente intensos. En Ridix, el equipo dirigido por su director general nos ha transmitido el profundo sentido de familia que se vive dentro de la organización.
En Bertola Group, observamos con admiración cómo la empresa ha duplicado su plantilla en plena pandemia, respondiendo con excelencia, al tiempo que contrata a personas que otros excluyen: mayores de 50 años, mujeres, jóvenes sin experiencia. En Tecnodoor, la producción se detuvo durante más de dos horas para que casi todos los trabajadores pudieran participar en la reunión.
En todas estas experiencias se observaba una constante: el «regalo» como chispa que pone en marcha relaciones generativas, capaces de producir, al mismo tiempo, buenos resultados económicos y auténtica innovación. También para las empresas fue significativo abrirse al encuentro y redescubrir, a través del diálogo, la fuerza transformadora de su propio camino.
Hoy en día, lo que nos sigue acompañando es la noción de empresa con alma, el papel del emprendedor como constructor de comunidades y la fuerza que surge de un equipo cuando cada miembro se siente reconocido y valorado.
Los participantes compartieron la convicción de la fuerza transformadora del Itinerario, destacando la coherencia entre la teoría y la práctica, la calidez de los encuentros y la profundidad humana de las experiencias.
Las reflexiones sobre el sentido del trabajo, la felicidad que se puede encontrar en él y el vínculo con el territorio se entrelazaron con un descubrimiento fundamental: la comunión entre personas de diferentes países, que no solo compartieron aprendizajes, sino que sembraron lazos para futuras colaboraciones. Un participante se expresó así:
«Lo que hemos visto nos invita a transformar nuestras formas tradicionales de administrar a partir de la lógica del ser, no solo del hacer».
El itinerario fue organizado en Colombia por 2uno3 Corp. y Valioso Corp. en colaboración con el Instituto Universitario Sophia para América Latina, la Federación Trentina de Cooperación y empresarios italianos del EdC.