República Democrática del Congo: el 21 de octubre falleció en Lubumbashi el empresario EdC Anastase Ngoy Kazembe, “Papá Anastase”. Acá les contamos su historia.
Antonella Ferrucci
Empresario visionario y hombre de profunda fe, Anastase supo encarnar los valores de la Economía de Comunión con una extraordinaria coherencia, y se convirtió en una referencia para toda la comunidad africana del Movimiento de los Focolares, como muestra el eco conmovedor que suscitó su muerte. Su historia merece ser contada.
Nacido en 1955, Anastase conoció la Economía de Comunión gracias a sus cinco hijos – cinco niños en ese entonces – que frecuentaban el Focolar. Sorprendido por las respuestas profundas que sus niños le daban después de los encuentros en el Focolar, decide saber más y participa de un encuentro con referentes de la EdC del Congo en 2011, de visita en Lubumbashi, Kinsasa. De aquel encuentro contaba:
«Encontré una continuidad y una gran sintonía entre mi formación ignaciana y la EdC, en Chiara Lubich encontré una enorme concreción en el poner en práctica lo que la espiritualidad nos hacía intuir».
Anastase ya era un empresario exitoso, había fundado BRAS-SECURITY,
una de las mayores empresas de seguridad del Congo, operando en 17 ciudades del país, pero también en Zambia, Tanzania y Angola, con más de 4200 empresarios. Por su fuerte espiritualidad ignaciana, su empresa tenía todas las condiciones para no ser solo una actividad económica, sino también un laboratorio de fraternidad: el carisma de la EdC cayó entonces en un terreno fertilísimo, e hizo que el trabajo en su empresa se convirtiera en un instrumento de dignidad y de redención para miles de personas.
Pero vayamos en órden. Después de ese primer encuentro en Lubumbashi, Anastase y su mujer Ivette son invitados en septiembre de 2012 a Italia, a Loppiano, para un encuentro internacional de la EdC. En los primeros días, los recibieron Leo Andriga y su esposa Anneke en su casa en Castelli Romani. Anastase quedó impresionado por la maravillosa acogida que recibió y por esos pocos días con Leo, y quedó completamente enamorado de la EdC. En Loppiano, a los pocos días, se presentó así:
«Soy el encargado de una empresa de vigilancia: cristiano, jesuita, laico y esposo. En cuanto a mi empresa, arrancamos con siete empleados; salíamos de una enorme guerra y no había ni trabajo ni empresas, sólo había vandalismo en todas partes. Tuve el coraje de formar una compañía de vigilancia con ayuda de unas empresas extranjeras y de un hombre belga. Como hombre pobre y miembro de los jesuitas me dije: ‘se lo ofrezco a Dios’. En poco tiempo pasamos a ser 28, luego 100 y hoy tenemos más de 2000 empleados. Ahora Bras Security es una gran empresa, y es reconocida. Nuestra espiritualidad es totalmente complementaria a la espiritualidad de la EdC. La EdC es espíritu. Vengo a Loppiano para profundizar y para ver si soy capaz de seguir adelante».
Era apenas el comienzo. El congreso de Nairobi en 2015, con la promesa firmada por todos los presentes de “una empresa no basta”, marcó otra etapa importante. Desde ahí, Anastase hizo de la EdC la brújula de su acciones empresariales, compartiendo ganancias, experiencias y sueños con los pobres y la comunidad. Cuando en 2017 llegó a Roma para el encuentro del Papa Francesco con los empresarios Edc, hubo un antes y un después. Anastase le cuenta en una entrevista a Sara Marie Alvarez:
«
Había más de 2000 personas, pero al cierre del encuentro el papa saludo personalmente a un grupo de 30, del que yo hacía parte. En esa ocasión, pude hablar con él durante 3 o 4 minutos. Me dijo: ‘Haz algún proyecto concreto en tu país inspirado en la Economía de Comunión. Cuando vaya al Congo te busco y me muestras lo que hiciste’. De regreso hablé con mi esposa y compartimos ese deseo nuestro con el movimiento de los focolares. Entendimos que en todo lo que ganamos había una parte que pertenece a Dios y que es para compartir con los pobres. Así nació la idea del hospital. Fue una respuesta concreta ».
Las palabras del papa Francisco se convirtieron en una misión para Anastase. Y así nació en Lubumbashi el Centre Hospitalier Chiara Lubich, una estructura sanitaria con 50 camas, con salas de cirugía, ginecología, pediatría, medicina interna y neonatología. Inaugurada en 2019, hoy el hospital es un punto de referencia para la salud en toda la región de Katanga, con más de 1000 partos asistidos en los primeros cinco años y una bajísima tasa de mortalidad.
El hospital fue construido con ladrillos hechos con tierra de los termiteros locales, bajo la supervisión directa de la esposa de Anastase, Mama Yvette, que participó de todas las etapas del proyecto. “Es un monumento a la caridad”, dijo ella recordando cómo toda la familia, incluso sus hijos, se implicaron en la realización del proyecto. La historia del hospital está marcada también por un hecho que muchos consideran milagroso. Cuando una comisión gubernamental llegó para destruir la estructura construida en un terreno que, cuando ya las obras estaban avanzadas, había sido declarado zona de sobrevuelo aéreo, la comunidad y cierta “tosudez” por parte del maquinista de la excavadora frenaron la demolición. “Es Dios que los ayudó”, dijo al final un funcionario del catastro. En noviembre del 2024, Anastase llegó una vez más a Italia, a Loppiano, para donar formalmente el hospital al Movimiento de los Focolares, y él mismo recibió tratamiento en ese hospital, hasta el final.
El testimonio de Anastase dejó también una marca profunda por fuera de los fronteras congolesas. En Italia, a donde estuvo varias veces más, estrechó lazos de amistad y de colaboración con comunidades y empresarios, volviéndose un puente de solidaridad entre África y Europa. El cirujano de Piacenza Eugenio Ferri se trasladó a Lubumbashi en 2020, fue uno de sus más cercanos colaboradores en la aventura del hospital.
«Era un santo de pura costumbre, no por andar buscando recompensa», escribieron de él los empresarios de EdC en Kinsasa. No buscaba reconocimientos, vivía cada gesto como un acto de amor a Dios y a los hermanos. No distinguía religión ni etnia y consideraba a cada persona como parte de su familia. Su vida fue una parábola de fe, servicio y comunión.
En la misma entrevista concedida a Sara Marie, Anastase confió:
«Entendí que un emprendedor EdC no se puede limitar a ser geneorso, tiene que compartir su experiencia con todo el mundo y también tiene que compartir parte de sus ganancias de la empresa con los pobres. No alcanza solo con darles a los pobres una ayuda económica, también sirve ayudarlos a salir de la pobreza, no es solo una ayuda económica es también moral, física, cultural, para que construyan por sí mismos un futuro distinto».
En el funeral de Anastase en Lubumbashi participaron más de 3000 personas. En los rostros de muchos se podía ver la gratitud por el bien recibido. Hoy su ejemplo sigue inspirano a empresarios, trabajadores sanitarios, voluntarios y miembros del Movimiento de los Focolares. En un país marcado por pobreza y conflictos, su herencia es una luz de esperanza: la fraternidad universal no es una utopía, sino un posible camino, trazado por quien supo vivir a fondo el amor.
Gracias por todo, papá Anastase.
Para más información:
11/11/2025 - Città Nuova, L'ospedale di papà Anastase in Congo di Angelo Bricca
01/08/2024 - Flest, Congo, in viaggio con Angelo (6) Fraternità universale, la sola prospettiva di Angelo Bricca
Dal Canale You Tube di Eugenio Ferri, vedi il video Ospedale Chiara Lubich di Lubumbashi
Había más de 2000 personas, pero al cierre del encuentro el papa saludo personalmente a un grupo de 30, del que yo hacía parte. En esa ocasión, pude hablar con él durante 3 o 4 minutos. Me dijo: ‘Haz algún proyecto concreto en tu país inspirado en la Economía de Comunión. Cuando vaya al Congo te busco y me muestras lo que hiciste’. De regreso hablé con mi esposa y compartimos ese deseo nuestro con el movimiento de los focolares. Entendimos que en todo lo que ganamos había una parte que pertenece a Dios y que es para compartir con los pobres. Así nació la idea del hospital. Fue una respuesta concreta ».